2-3 AÑOS

Cuentos             
              SERAFÍN BONETE COLORADO

Serafín bonete colorado un día de mucho calor un viento de colores dejo caer una gran cantidad de bonetes amarillo, verdes, azules, colorados.Como la gente estaba en las calles y las plazas, cada uno  quedo con un bonete puesto en la cabeza. A los chicos les tocaron bonetes chicos. Al principio todos se divirtieron pero cuando quisieron sacarse los bonetes, nadie pudo hacerlo, ni siquiera ayudándose unos y otro, tirando con fuerza de las puntas.   Lo peor no era ir a trabajar y a estudiar con algo tan alto en la cabeza sino dormir con los bonetes puestos. Lo que ocurrió fue que todos tuvieron que dormir sentados. De repente una tarde volvió el viento que los había traído y se los llevó, pero quedó uno colorado puesto en la cabecita de un niño llamado Serafín. Y como nadie se lo pudo arrancar lo empezaron a llamar Serafín bonete colorado. Pasó un año. El niño hacia piruetas, saltaba al revés, con la esperanza de que su cabecita quedara descubierta. Pero no. Al fin se fue al jardín zoológico y le pidió al elefante que le sacara el bonete con su trompa. Tampoco el elefante pudo sacárselo. ¡Pobre Serafín bonete colorado! Hasta que una mañana el cielo se lleno de globos que juntaron sus hilos en la punta del bonete y se lo llevaron muy alto hasta dejarlo a media cuadra del sol. Y a Serafín el pelo le creció de golpe.


¿Què les pareció el cuento? ¿Se animan a cambiar el final? 
Los invitamos a compartir un nuevo final para el cuento.






      EL REY QUE NO QUERÍA BAÑARSE


El rey que no quería bañarse: las esponjas suelen contar historias interesantes. El único problema es que las cuentan  muy bajita, de modo que para oírlas hay que lavarse bien las orejas. Una esponja me conto una vez lo siguiente: en una época muy lejana, las guerras duraban mucho. Un rey se iba a la guerra y volvía – por ejemplo – treinta y seis años después, cansadísimo y sudado de tanto cabalgar, y con la espada tinta en chinchulín de enemigo. Algo así, pero no tanto, le sucedió al rey Leovigildo. Se fue a la guerra una mañana y volvió veinte años más tarde protestando, como siempre, porque le dolía todo el cuerpo. Naturalmente, lo primero que hizo su esposa, la Reina Inés, fue prepárale una bañadera con agua caliente. Pero cundo le llego el momento de sumergirse en su rica bañadera de hojalata, al rey le dio el tracate: - no me baño- dijo ¡no me baño, no me baño, no me baño, y no me baño! La reina, los príncipes, toda la parentela real y la corte entera quedaron estupefactos. – Pero ¿qué pasa majestad?- le pregunto el viejo chambelán- ¿acaso el agua está demasiado caliente? ¿O el jabón demasiado frio? ¿O la bañadera demasiado profunda? – No, no y no- contesto el rey- . Pero yo no me baño nada. Y por muchos esfuerzos que hicieron para convencerlo, no hubo caso. Con todo respeto trataron de meterlo en la bañadera entre cuarto. Pero tanto grito y tanto escándalo hizo para zafarse que al final lo soltaron. La reina Inés consiguió cambiarles las medias- ¡Las medias que habían batallado con el veinte años! – pero nada más. Su prima, la archiduqesa Flora, le decía: - ¿pero qué te pasa Leovigildo? ¿Temes oxidarte o despintarte o arrugarte? Y así pasaron horas interminables. Hasta que el rey se anillo a confesar: -¡ Es que extraño las armas, los soldados, las fortalezas las batallas! Después de tantos años de guerra, ¡ que voy a hacer yo sumergido como un besugo en una bañadera de agua tibia? Además de aburrirme, me sentiría ridículo. Y termino diciendo en tono dramático: - ¿ que soy yo acaso? ¿ Un rey guerreante o un poroto en remojo?. Pensándolo bien, Leovigildo tenia razón. Pero, -¿que se podía hacer? Razonaron un poco y por fin al viejo chabelan se le ocurrió una idea. Mandaron hacer un ejército de soldados del tamaño de un dedo pulgar, cada uno con su escudo, su lanza y su caballo. Les pintaron los uniformes del mismo color que el de los soldados del rey. También construyeron una pequeña fortaleza con un puente levadizo y con unos cocodrilos del tamaño de un carretel para poner en el foso del castillo. Fabricaron tambores y clarines chicos, y unos barcos de guerra que navegaban empujando a mano o a soplido. Todo eso se lo metieron en la bañadera del rey, junto a unos dragones de jabón. Leovigildo quedo fascinado era justo lo que necesitaba. Veloz como una foca, se zambullo en la bañadera. Alineo sus soldados y ahí nomas empezó un zafarrancho de salpicaduras y combate. Según su costumbre, daba órdenes y contraordenes.  Hacía sonar una corneta y gritaba como un energúmeno: -¡no huyan papas fritas!- ¡Glub- Glub!. La esponja me conto que después no había forma de sacarlo del agua. y también que esa costumbre quedo para siempre. Es por eso que todavía hoy, cuando los chicos se van a bañar, llevan a sus soldados, sus fuertes, sus barcos, sus perros, sus osos, sus tambores, sus cascos, sus armas, sus caballos , sus patos y sus patas de reina. Y si no hacen eso, cuénteme lo aburrido que es bañarse. 


¿Què piensan del rey?  ¿ Les parece bien que no se bañe?

Todos debemos higienizarnos, es muy importante para la salud, más alla que nos divierta o nos aburra.





LA MARGARITA BLANCA







Había una vez una Margarita blanca que vivía debajo de la tierra en una cuevecita oscura, caliente y tranquila. Un día oyó unos golpecitos en la puerta.

_ Tras, tras, tras.
_¿Quién llama?
_ Es la lluvia.
_ ¿Qué quiere la lluvia?
_ Entrar en casa.
_ ¡ No se pasa! ¡No se pasa! _ dijo la Margarita blanca que tenía mucho miedo del frío.
Y después de muchos días volvieron a llamar a la puerta:
_ Tras, tras, tras.
_  ¿Quién llama?
_ Es la lluvia.
_  ¿Qué quiere la lluvia?
_ entrar en casa.
_ No se pasa! ¡No se pasa! _ dijo la Margarita blanca y se acurrucó dentro de su cuevecita.
Y después de muchos días llamaron a la ventana:
_ Chus, chus, chus
_ ¿Quién llama?
 _ Es el sol.
 _ ¿Qué quiere el sol?
 _ Entrar en casa.
 _ ¡Aún no se pasa! ¡aun no se pasa! _dijo la Margarita blanca, porque era invierno.
Y después de muchos días volvieron a llamar a la ventana:
 _ Chus, chus, chus.
 _ ¿Quién llama?
 _ Es el sol.
 _ ¿Qué quiere el sol?
 _ Entrar encasa.
_ ¡ Aún no se pasa! ¡Aún no se pasa! _ dijo la Margarita blanca y se durmió tranquila.
Y después de muchos días volvieron a llamar a la puerta y a la ventana:
 _ Tras, tras, tras.
 _ Chus, chus, chus.
 _ ¿Quién llama?
 _ El sol y la lluvia, la lluvia y el sol.
 _ ¿ Y qué quieren el sol y la lluvia, y la lluvia y el sol?
 _ Venimos los dos, que nos manda Dios.
_ ¡Entrad, entrad _ dijo la Margarita blanca, y  abrió una rendijita por donde se escurrieron el 
sol y la lluvia dentro de la casa.
Y la lluvia la tomó por la mano derecha y el  sol la tomó por la mano izquierda, y tiraron de la 
Margarita blanca, y tiraron y tiraron hasta arriba y dijeron:
 _ ¡Margarita, Margarita, asoma tu cabecita!
La Margarita blanca pasó su cabecita a través de la tierra y se encontró en un jardín muy lindo donde los pajaritos cantaban, los rayos del sol calentaban,y la Margarita se abrió toda blanca con su moñito rubio y fue feliz.

¿Les gusto el cuento? ¿Quienes van a tocar la puerta? ¿Finalmente los deja pasar? 
¿Y si nos los hubieran dejado pasar que pasaría?

                                  El mago de oz 


Dorita era una niña que vivía en Kansas con sus tíos y su perro Totó. Los dos se divertían de lo lindo en la granja y todos los querían mucho, excepto una vecina a la que no le gustaban nada los perros.

Un día, la niña escuchó que querían atrapar a su perrito y quiso huir. Pero en ese momento se acercaba un tornado y, al salir corriendo, la niña tropezó y se golpeó en la cabeza.

La casa salió volando, y los tíos vieron desaparecer en el cielo a Dorita y su perro.

Viajaron sobre una nube mientras las tejas y las ventanas salían despedidas. Dorita y Totó se abrazaban esperando a que pasara el peligro.

Al aterrizar, unos extraños personajes acudieron a recibirlos y un hada, respondiéndo al deseo de Dorita de volver a casa, le aconsejó:

- Lo mejor es que vayáis a visitar al mago de Oz.
- No conozco el camino - replicó.
- Seguid siempre el sendero de baldosas amarillas.

En el camino, se cruzaron con un espantapájaros que quería un cerebro y un hombre de hojalata que deseaba un corazón, y juntos se dirigieron a Oz. Más tarde, de entre la maleza salió un león rugiendo débilmente, pero se asustó con los ladridos de Totó. Quería ser valiente, así que él también decidió acompañarles a ver al mago.

Cuando por fin llegaron, un guardián les abrió el enorme portón. Ellos le explicaron la razón de su visita y entraron en el país de Oz, en busca del mago de Oz, en busca del mago que había de solucionar sus problemas.

Explicaron sus deseos al mago, que les puso una condición: acabar con la bruja más cruel del reino.

Al salir, pasaron por un campo de amapolas y cayeron en un profundo sueño. Los capturaron unos monos voladores, que venían de parte de la bruja.

Cuando Dorita vio a la bruja, sólo se le ocurrió arrojarle a la cara un cubo de agua. Y acertó, pues la bruja empezó a desaparecer hasta que su cuerpo se convirtió en un charco de agua.

Mientras, le contaban al mago cómo todos, excepto Dorita, habían visto cumplidos sus deseos al romperse el hechizo de la bruja, Totó descubrió que el mago no era sino un anciano que se escondía tras su figura.

El hombre llevaba allí muchos años pero ya quería marcharse. Para ello había creado un globo mágico.

Dorita decidió irse con él... Durante la peligrosa travesía en globo, su perro se cayó y Dorita saltó tras él para salvarle. Y en su caída soñó con todos sus amigos y oyó cómo el hada le decía:

- Si quieres volver, piensa:  en ningún sitio se está como en casa.

Y así lo hizo. Cuando despertó, oyó gritar a sus tíos y salió corriendo. ¡Todo había sido un sueño! Un sueño que ella nunca olvidaría ... ni tampoco sus amigos. 


¿Con quien les gustaría encontrase si se llegaran a perder?. ¿Se animan a cambiarle el final? ¿Como sería?